martes, 17 de febrero de 2009

7. Cuando Matías y Toba descubren cómo salir del pozo y se enteran de más cosas extrañas.

Matías palpó su nuca con su mano, sintiendo el fluido tibio que salía por una pequeña herida indolora que se había hecho al caer sobre la piedra. O lo que él creía era una piedra. La verdad era que, luego de ser zamarreado por el niño desconocido, mientras Matías trataba de recuperar la conciencia palpando su herida, tomó la piedra bajo su cabeza y la notó extraña. A pesar de que la luz era escasa en ese poso, entre sus manos sintió lo que sin dudas era una calavera pequeña y alargada, rota en el cráneo. Tratando de determinar a qué pertenecía, pronto notó que poseía dientes alargados y afilados y relacionó con certeza la calavera con la cabeza de un enano. Asqueado, arrojó el hueso y se hechó hacia atrás dominado por un impulso de rechazo.

- "No te preocupes, están todos muertos."- dijo la misma voz que lo había despertado. -" Está lleno de huesos aquí."- Aun aturdido, Matías miró primero al pequeño a su lado, sin distinguirlo con claridad, luego tanteó el suelo a su alrededor, percatándose de que estaba cubierto de huesos. Le aterró pensar en el origen y causa de aquellos huesos, por lo que prefierió tratar de olvidarlos.

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